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Eleven Madison Park

  • Foto del escritor: Erick Alfonso González Ramírez
    Erick Alfonso González Ramírez
  • 18 feb
  • 8 Min. de lectura

Manhattan, Nueva york.

Visita: Septiembre 2024

5/5


Desde hace varios años había sido yo entusiasta del trabajo de este restaurante, tantas historias que encontraba yo en internet y que disfrutaba leer, reseñas, artículos, noticias, incluso las mas controversiales como el cierre que realizaron justo cuando fueron llamados numero 1 a nivel mundial o cuando hicieron un cambio radical en su menú y lo convirtieron en plant-based. Finalmente después de 6 años tuve la oportunidad de visitarlo.


Fue nuestro primer día en Nueva York contábamos con reservaciones para diversas actividades por la mañana y medio día, seria un día algo movido pero recodando que el establecimiento no cuenta con un código de vestimenta especifico, decidimos utilizar ropa cómoda pero no exactamente relajada. luego de andar divagando por los pasillos del MET y visitar la biblioteca Morgan nos dirigimos al numero once de la avenida Madison, frente del Madison Square Park.


Con prisa pero puntuales llegamos al atrio del edificio, sobriamente decorado estilo art-deco, con diseños geométricos, patrones armoniosos y materiales naturales que destacan por sus prolijas texturas y rebuscados diseños en sus vetas, no dejamos pasar la oportunidad de tomar un par de fotos en la entrada y de documentar las placas de reconocimientos destacados con los que cuenta este establecimiento.


Atravesamos la puerta giratoria y en ese instante nos recibió una amable señorita refiriéndose a nosotros por nuestros apellidos con tratamiento de "sr." y seguido de esto una pregunta: "will you be joining us for dinner tonight?" esta frase me pareció especialmente acertada para hacernos sentir que nos estábamos uniendo a algo con ellos como una forma de referirse a una reunión cercana y no el rígido establecimiento de etiqueta rigurosa. Luego de afirmar nos guiaron a nuestra mesa donde ya estaba esperándonos una caja con los productos que con antelación habíamos encargado de la merch del lugar (unos paquetes de granola, una tote bag y un juego de cartas)


El salón es impecable, el aroma, la acústica, la iluminación, el decorado, el icónico jarrón de flores en el centro de la parte alta, la pintura detrás, el mobiliario, el montaje del servicio. Desde mi lugar sentía que estaba el primera fila de una perfecta escenografía donde por el resto de la velada se desarrollaría una obra perfectamente fluida, la cual parecería permanecer inmutable aún con algunos inconvenientes que mas adelante platicaré.


Apenas nos sentamos pude notar que el servicio se activó, el comedor se comenzó a llenar de vida, las mesas se comenzaron a llenar progresivamente, el personal del salón fluía constantemente por todas las mesas haciendo rondines para tratar de percibir cualquier necesidad que los comensales llegaran a tener antes de que fuera necesario que el comensal lo pidiera, todo se sentía en su lugar, pareciera que cualquier detalle emergente estaba siendo esperado para ser atendido.


El menú de degustación con once tiempos se sintió perfecto, en primera instancia el inicio fue muy bueno, una tartaleta de diferentes tomates frescos, con pequeñas flores de albahaca y hojas, la costra estaba perfectamente ejecutada, con una textura y grosor ideal, la calidad de los tomates tanto en su sabor como textura era ideal y los toques de albaca en la parte superior terminaban de coronar la armonía del sabor, esto acompañado de un rico consomé a temperatura perfecta para apreciar todos los sabores y combinar con los tomates.


Luego vino una grata sorpresa, un pequeño cuenco con tapa, esperábamos algo caliente pero para buena sorpresa era un caldo frio con fideos, notamos que el caldo tenia una textura fluida pero con un poco mas de densidad y mantenía suspendidos diversos ingredientes en diferentes alturas del cuenco.


El siguiente tiempo fue el pan, qué pan tan DELICIOSO. La barra, la textura de la corteza, el dorado perfecto y uniforme, lo delicado que se cortaba con el cuchillo de sierra, lo perfectamente alveolado en el interior, la temperatura que aun expide vapor y el acompañarlo de la "mantequilla" bellamente formada en silueta de girasol, con pasta de sésamo en el centro, fue un deleite en cada porción que nos servíamos. En efecto al ser un pan hojaldrado el consumirlo resultaba en una lluvia de migas sobre la mesa en cada mordida. El personal de servicio de la manera mas profesional resolvieron esto de una forma que no esperaba, lo que parecía ser una placa doblada de acero, resultó en un recogemigas que ejecutado de la forma correcta dejaba el mantel sin rastros del delicioso pan, esto lo tuvieron que repetir varias veces a lo largo de la cena hasta que la tabla del pan fue recogida (en algún punto de la cena nos trajeron otra porción de mantequilla para seguir acompañándolo, realmente estaba delicioso).


luego de esto el menú comenzó a subir de nivel de forma inesperada, cuando pensábamos que teníamos un favorito de la noche, éste era seguido por uno aún mas interesante y lo mejor de esto es que el maridaje fue top, nuestro sommelier merece una mención especial, al ser él nuestra mayor interacción con un miembro del equipo a lo largo de la noche, he de reconocer y agradecer su forma tan profesional de interactuar, presentar los vinos y dar una interesante explicación sobre su origen, características y como éstas acompañarían perfectamente nuestros alimentos.


Sin duda puedo declarar que lo mejor de la noche fue el plato con berenjenas, realmente fue sabroso, si lo analizáramos por partes, se vuelve aún mas interesante, el trabajo manual en técnicas perfectamente cuidadas y limpias, las texturas perfectamente cuidadas, la temperatura perfecta, una especie de tempura que aportó justo la textura necesaria sin agregar sensación grasosa y lo mejor de todo, en el relleno puedo asegurar que había una especie de puré que parecía ser de frijoles con un toque especiado pero no llegando a ser picante, realmente fue disfrutable.

Hablando de frijoles, nunca, nunca, nunca, esperé comer patoles en el Eleven Madison Park, enserio, una sorpresa muy buena, regionalmente en mi comunidad, los patoles son producidos y consumidos en fiestas importantes, para la familia y amigos en las comidas de celebraciones. En el EMP nos los presentaros como "big beans" estaban cuidadosamente presentadas en forma de nido sobre un plato que fue colocado al centro para compartir, por inercia el primer bocado lo trate de comparar con lo que ya conocía pero éstos fueron mas frescos, servidos en frío y decorados con una pequeñas flores.


Luego de los tiempos salados, tomaron atención a que fué el cumpleaños de Sofie, ella había ido al sanitario y en este tiempo yo vi como el primer tiempo dulce venía de la cocina y al no estar la celebrada en la mesa siguieron su recorrido regresando a la cocina por la otra puerta como si nada hubiera pasado, realmente lo trataron de hacer fluido para que no fuera notorio pero si estuve observando como las 3 personas desfilaban por el comedor entre las mesas y regresaban a la cocina jaja me causó gracia la forma en que lo hicieron como si estuviera ensayado como soldados en desfile escoltando ese plato con la vela encendida, luego de que Sofie regresara, fui yo al sanitario y tratando de salir de mi lugar choqué con mis piernas en la mesa vecina que era de una pareja con la cual habíamos interactuado un par de veces durante la noche, la mesa estaba muy cercana yo soy de complexión algo grande y no medí el espacio y tiré un vaso con agua, el agua se derramó sobre la mesa, una parte fue absorbida por el mantel y cubrieron el área con más servilletas de tela, pedí mil disculpas a los ahí sentados, los cuales muy amables aceptaron jeje (risa nerviosa) luego de todo el percance que fue manejado con alto profesionalismo nos dispusimos a probar el postre que era una variación de mochi con ciruela y soplarle a la vela que he de observar que la cera escurrió pero nunca toco el plato, una señorita del servicio se acercó a nuestra mesa, entablamos una pequeña platica sobre como estábamos viviendo la experiencia y nos dijo que nos tenia una sorpresa, nos dirigió hacia la cocina, yo estaba super nerviosoooooo en serio, había visto yo que algunos comensales tenían un pequeño recorrido pero nunca di por hecho que nosotros seríamos parte de eso.


Luego de cruzar la puerta a la cocina seguía una pequeña estancia donde pude notar que tenían elementos del servicio, un punto notable fue ver las planchas conectadas y colocadas en una repisa, listas para cualquier servicio necesario. Seguimos caminando y llegamos a la cocina, fue super irreal conocer esa cocina en persona, no sabia que pensar, a donde voltear, todo era tan fluido, tan calmado, sentía que yo iba a estorbar a todos jaja pero realmente estaba bien pensado el spot para las visitas, desde ahí se podía ver con claridad las principales áreas de la cocina, el área dulce, fría, caliente y salida. Nos explicaron que tendríamos ahí un tiempo dulce, constaba de una especie de paleta helada del tamaño de dos bocados, que tenía una especie de coulis congelado de frutos rojos, no recuerdo bien si nos especificaron el sabor, pero esta luego de ser sumergida en nitrógeno líquido fue bañada en chocolate y cubierta por un lado con lo que el comensal deseara, ya sea de lo que parecian nibs de cacao o frambuesa liofilizada, la forma tan limpia de presentar la paleta y el detalle de quien era zurdo fue otra cosa que no dejaron pasar.


Luego de tomarnos una foto en la cocina y grabar un video para memorar todo nos regresamos al salón por otra puerta y en nuestra mesa nos esperaba el siguiente tiempo que eran estos pretzel salados con los bordes perfectamente bicelados con cobertura de chocolate y matizados de dorado cobrizo en la parte superior, se acercaron a ofrecernos algo de tomar a lo que yo pedí un capuccino jaja yo se que no fue la mejor decisión eran más de las 10:00 pm si un italiano se entera de esto, se infarta. luego vino el ultimo tiempo, pero antes el mejor vino de la noche, me arrepiento de no pedir la lista de vinos de la noche, pero este fue un vino italiano, fortificado, una botella alargada y etiqueta color sepia, era dulce, con cuerpo interesante, una excelente nota a vainilla tostada, puedo decir que de la familia del marsala, pero éste que degustamos seria el primo dulce de la familia jeje, luego de degustar tan interesante vino llegaron dos platos al centro, uno con hielo picado, una hoja y sobre ésta pequeñas fresas llenas de sabor y perfectamente jugosas, el otro con una delicada crema de vainilla y puré fresa en el fondo, la crema era perfecta, la temperatura era fresca, no fría, perfecta para resaltar los sabores acido dulce de la fresa y lácteo dulce de la crema con el toque dulce amaderado de la vainilla. Repito la combinación de ese vino con ese postre fue el maridaje perfecto, una especie de complementación pero contraste pero realce pero acompañamiento que son notas que siempre recordare de forma agradable.


Vivir esto fue algo grande, no esperé lo que recibí, el tiempo se pasó de forma tan agradable, fueron al rededor de 4 horas tan bien disfrutadas, un ritmo perfecto, sabores muy bien trabajados, texturas perfectas, temperaturas cuidadas, servicio humano, atención oportuna, establecimiento muy bien diseñado y ambiente acogedor. Simplemente el EMP siento el EMP



Ésta experiencia será parte de mis memorias mas apreciadas, nunca dejare de recurrir a esta cena para sentirme vivo, emocionarme, recordar lo cautivador que fue y sentir ese abrazo al corazón que recibí de parte de todo el Eleven Madison Park



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